Este día, que resplandece con la luz de mil soles en mi corazón, es el cumpleaños de mi amado Ioane. He despertado antes del alba, con la excitación danzando en mi vientre como mariposas embriagadas por el néctar de la pasión. Hoy no es un día más; es una celebración de su existencia, un tributo a su virilidad y un homenaje a su insaciable apetito por el placer.
He preparado todo meticulosamente. La casa está impregnada de aromas seductores, velas que prometen sombras danzantes y sábanas que susurran invitaciones lascivas. Pero lo más importante son las dos zorras que he elegido personalmente para él; dos joyas perfectamente biseladas para adornar su corona de deseos. Ambas son reflejos de nuestras fantasías compartidas: una morena exuberante con curvas que desafían la gravedad y una rubia etérea con ojos tan profundos que uno podría perderse en ellos para siempre. Las he entrenado yo misma, inculcándoles el arte de complacer sin límites ni reservas morales porque sé exactamente lo que a Ioane le gusta: mujeres dispuestas a traspasa todas las fronteritas del vicio por complacerle sin medida alguna . No hay regalo más grande para él que este trío celestial donde cada movimiento está coreografiado para estimular cada uno sus sentidos hasta llevarlo al éxtasis absoluto . El plan era simple pero efectivo : primero se encontraría con ell