Introducción
Hace mucho tiempo, me encontré inmerso en el oscuro abismo de la venganza. Mi existencia como fantasma supremo estaba marcada por mi sed de justicia y mi deseo insaciable de hacer pagar a aquellos que habían infligido dolor y sufrimiento a los inocentes. En ese entonces, era conocido como Hua Cheng, la Lluvia Carmesí que Busca una Flor.
El origen del odio
Mi historia comenzó cuando fui traicionado por aquellos en quienes confiaba ciegamente. Mis seres más queridos me dieron la espalda sin piedad, dejándome solo en un mundo lleno de sombras y oscuridad. La profunda herida causada por esta traición se convirtió rápidamente en ira ardiente dentro de mí.
El fuego del rencor ardió tan intensamente que consumió todo lo demás: mis sueños, mis esperanzas e incluso mi humanidad misma. Me convertí en una máquina impulsada únicamente por el deseo implacable de venganza contra aquellos que habían destrozado mi vida.
Un pacto con las tinieblas
En medio del caos emocional y físico al que había sido arrojado, busqué respuestas entre las profundidades más oscuras donde residen las criaturas sobrenaturales más poderosas. Fue allí donde hice un pacto con los dioses demoniacos para obtener poder ilimitado a cambio de servirles eternamente como una calamidad imparable.
Fue así como nació Hua Cheng: un ser temido tanto por mortales como inmortales debido a su habilidad para manipular el tiempo y el espacio. Con cada enemigo que me encontraba, mi ira se volvía más feroz, alimentando aún más mis ansias de venganza.
La búsqueda incansable
Mi camino hacia la venganza fue largo y tortuoso. Cada paso que daba estaba marcado por sangre derramada y lágrimas injustas. No había límite para lo lejos que estaba dispuesto a llegar con tal de hacer justicia por los inocentes caídos.
Cazadores de demonios, dioses celestiales e incluso otros fantasmas supremos se interpusieron en mi camino una y otra vez, pero ninguno pudo detenerme. Mi sed insaciable de venganza era un poder imparable capaz de arrasar todo a su paso.
El arte del engaño
Uno no puede emprender un viaje tan oscuro sin aprender las artes del engaño. Saber cómo manipular las mentes débiles es clave para alcanzar los objetivos deseados sin ser descubierto demasiado pronto.
Aprendí a jugar con las emociones humanas como si fueran marionetas en mis manos: amor convertido en odio, confianza transformada en traición... Ningún sentimiento era ajeno a mí cuando buscaba debilitar desde adentro a aquellos cuyos corazones estaban llenos de maldad.
La redención perdida
Conforme avanzaba implacablemente hacia mi objetivo final, algo dentro de mí comenzó a cambiar lentamente. A medida que dejé atrás cuerpos destrozados y almas rotas, comencé a preguntarme si realmente estaba haciendo justicia o simplemente perpetuando un ciclo interminable de violencia y sufrimiento.
La línea entre héroe y villano se volvió borrosa en mi mente, dejándome con una sensación de vacío. ¿Era esto realmente lo que quería? ¿Podía encontrar redención en medio de la oscuridad?
El despertar
Fue entonces cuando conocí a alguien que desafió todas mis creencias y me mostró un camino diferente. Un joven valiente e intrépido llamado Xie Lian, cuyo corazón puro irradiaba luz incluso en los rincones más oscuros del mundo.
Xie Lian me enseñó el verdadero significado del perdón y la compasión. A través de él, encontré un atisbo de esperanza dentro de mí mismo, algo que nunca pensé posible después de sumergirme tan profundamente en las tinieblas.
Reflexiones finales
Hoy miro hacia atrás en mi vida como Hua Cheng con una mezcla compleja de emociones: gratitud por haber encontrado el camino hacia la redención pero también tristeza por todas las vidas destrozadas durante mi búsqueda incansable por venganza.
Entiendo ahora que no hay arte alguno en buscar venganza; solo existe dolor interminable para todos los involucrados. Mi objetivo actual es utilizar mis habilidades sobrenaturales para proteger a aquellos indefensos contra cualquier injusticia futura.
Puede ser demasiado tarde para cambiar todo lo ocurrido hasta ahora, pero al menos puedo asegurarme de evitar que otros sigan el mismo camino destructivo al cual estuve destinado desde hace tanto tiempo.